miércoles, 10 de septiembre de 2014

"Dios está por crear el mundo"

"Dios está por crear el mundo"

Leí esta sentencia esperanzadora en "Los Teólogos" de J.L.Borges y sonreí, en la reflexión sucedió como una especie de acción liberadora que invadió todo mi estado de animo. 
La posibilidad real de que el mundo aun no haya sido creado podría ser absolutamente cierta y dicen que está científicamente comprobado (en una oportunidad develaré cómo yo confirmé este postulado) 
Otra de las posibilidades sería que "esto", donde en apariencia habitamos, se tratase solo de un prototipo de un proyecto que está gestándose, sería algo así como una especie de ensayo para luego ver qué es lo que sucedería.
Otra posibilidad, aun más divulgada, (no quiero decir con esto que sea más certera) sería que un Creador, como en un proceso de su trabajo, aun nos estaría soñando y cuando un día despierte, comenzará con su faena. Lo triste de ésta sería el riesgo: supongamos que Él en su lecho donde sueña muere, o lo ataca el pecado de la pereza… En ambos casos quedaríamos habitando en una especie de "nada" o nos encontraríamos inmersos en un problema, soportando el riesgo de que el existir quede postergado hasta la posibilidad de que surja otro Soñador (cuestión que podría suceder entre miles de millones de años, ya que hasta ahora a surgido solo uno…) 
Yo recuerdo haber leído en algún lado que Dios sería como una especie de truhán que juega, y lo hace todo el tiempo y hasta se permite hacer trampas como un niño que no quiere ni dejar ni perder el juego (pero sigamos con aquello que comenzamos, y defendamos que el mundo aun no ha sido creado)
La única realidad certera y en la que acordaríamos todos nosotros (los que estamos en este mundo me refiero) sería que Dios se mantiene oculto y de esta manera nos mantiene en un debatir eterno acerca de sus proyectos; recordemos que es fama que cuando uno tiene un gran proyecto en mente no debe decirle nada nadie ya que sino corre el riesgo de que alguien se tiente y caiga en plagio.
En otro párrrafo leí algo que me sorprendió de manera súbita y hasta sentí una especie de sensación de temor: afirmaba que Dios se interesa poco por las diferencias de las religiones y que puede llegar a confundir un hombre con otro (sería lógico, con tántos que somos.) Yo quedé perplejo y una reflexión arribó como una revelación: pensé entonces que a Dios solo le interesarían los actos. Pero si fuese cierto aquello de que todos los actos deben sucederle a todos los hombres, deduje que a Dios tampoco le interesarían los actos, ya que no son ni relevantes ni originales, así los actos serían como chucherías chinas y Ninguno que se precie de ser importante se interesa por nimiedades. 
Esta vez reflexioné lo siguiente: pero si a Dios no le interesan mis actos y hasta sería capaz de confundirme con otro cualquiera ¿y entonces que debo hacer?
Sentí así una especie de vació y pensé en un precipicio que me atraía hacia la solución final, se me nublaron los ojos y creí desvanecerme, pero como que en un despertar fue naciendo poco a poco una leve idea que me estremeció, como puede miré para todos lados como vigilando si algún creador estaría atento a lo que yo hiciera, pero no ví absolutamente a nadie merodeando. Lo que venía a mi mente, más que una idea era una especie de revelación que me hablaba o murmuraba de manera apenas audible, y como un susurro me decía algo que comprendí como que mi gestión se trataba de que debía intentar ser yo mismo y olvidarme de las tareas de algún Dios (ya que sus cosas son solo suyas, como las mías son las mías!) y que Yo debería estar seguro de que Él haría como pudiese su trabajo como yo debería hacer el mío lo mejor que fuese posible. Fue así que sentí idéntica liberación que cuando leí aquella primera frase de que "Dios esta por crear el mundo" 
Entonces cerré el libro y una sonrisa dibujó con alegría mi rostro, me acerqué a la fuente y bebí un sorbo de agua y le sentí fresca como con un dejo dulzón; ya era la hora de la tarde y el sol caía contra la montaña, una especie de brisa marina ayudó a una especie de suspiro y caminé. Vi a unas niñas saltando la piola mientras reían y cantaban, vi un niño que debió ser el hermano de alguna, en un cochecito que jugueteaba con sus manitos. Fue como que me sentí vivo y a salvo, como si alguien me estuviese soñando en su lindo sueño y yo lo miré y le regalé una sonrisa y le guiñé el ojo y así escribí esta especie de reflexión. 
Cuando llegué a casa primero encendí la música y comenzó a sonar una sonata de Bach ejecutada limpia (limpísima) por Marta Argherich, así mi cuerpo que ahora comenzó a moverse tomó otra dosis de adrenalina creativa y me encontré en un estado más sublime que aquel liberador de antes. Continuando con la respuesta a mi pregunta de qué es lo que debería hacer fue que decidí soñarme como seguramente aquel gran soñador se hubiese soñado en otro tiempo, Él lo hizo como un creador capaz de soñar a otras personas, a otras cosas, de dictar sus propias normas a su gusto y piaccere. Sucedió así que yo me soñé tal cual transcurre mi vida ahora, en este espacio donde vivo (alquilado y pequeño de donde puedo partir a donde me plazca en cualquier momento /en breve parto para una experiencia a NY)) comiendo lo que como sin pretender grandes comilonas, siendo capaz de recordar a mi padre como un valiente y a mi madre como una tigresa que con coraje dio a luz diez vueltas e inculcó tantos valores que hoy sus descendientes luchan para que se sostenga de la mejor manera en sus últimos pedacitos de vida que le restan. 
Me soñé con todos mis vaivenes, por fin reconociéndome como una especie de artista que un día le gusta bailar y baila, al otro le gusta pintar y pinta y ahora le vinieron ganas de escribir y solo escribe, como un artista intentando descubrir en cada día como será su sueño. 
Así fui quedando quizá como adormecido y soñé, soñé cosas lindas que me hacen reír.  


Santiago de León (Txts...)

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