"Revisando textos encajonados (muchos de ellos manuscritos improvisados en servilletas o papelitos cualquiera) voy descubriendo el misterio que encierran ciertos asuntos. Uno de ellos me revela una sensación algo extraña: algo así como estar atrapado entre la prisión y el mundo libre que de especial manera inquieta mi espíritu.
Uno de los textos encontrados dice más o menos así: "Observo imágenes, en ese espacio conviven formas como siluetas. Hay barrotes también. Las siluetas flotan, unos brazos se hallan extendidos como que pretenden volar. Los barrotes (cada uno de diferente espesor) y apariencia compleja forman un entramado en diferentes planos (como cubos de rejas infranqueable).
Descubro también a seres que trascienden las fronteras de sus propios cuerpos, como que escapan de sus formas /me reconforta esa sensación/
Surge así otro asunto, (entre miles que convienen y se entremezclan): descubro un baúl donde abundan solo fotografías, observo algunas y el tiempo de detuvo, descubro que he registrado infinitas ciudades, desde Beirut a Copiapó (sé de lo infinito porque el mismo baúl es infinito y carece de fondo, o mejor dicho, el fondo es el abismo que no tiene fin) en cada una de ellas (a las fotos me refiero) la ausencia del hombre ensordece, hay vacío y despojo, cierta inquietud también como lo que que produce el temor. Como si el hombre fuese un elemento que perturba la geografia urbana"
Termino de leer esto que no sé cuándo puede haber sido escrito (y además desconozco mi autoría)
Otro texto reza: "Me recuerdo deambulando por Paris o por Roma o El Cairo (no quiero recordarme en Barcelona) y me observo husmeando entre rincones vacíos, espacios habitados nada más que por silencios, como si la soledad fuera la artista que bocetó la historia, hay monumentos también vacíos de cualquier resabio humano (solo alguna basura plástica, un espacio que nunca fue cuidado) Me recuerdo también con la Nikon apostado a cierta distancia, como el cazador cuando por la mira observa, acerca y aleja hasta que dispara y es certero. Luego enfundo sin mirar el registro, cumplí la faena y marcho con rumbo que puede parecer incierto (pero hay algo que me guía y no me defrauda)"
En este texto algo de mí sí se refleja.
Hay más documentos que hablan de cuestiones similares, como este que dice: "descubro la soledad aunque el bullicio que los hombres trabajan simule compañía. Recuerdo esos días de escritura y la soledad insoportable retumbando entre las teclas, en mi casa, y entonces huir a cualquier bar e instalarme en un rincón, así sobreviene el suspiro y entonces desenfundo el ordenador y las teclas por fín pueden trabajar en paz. Así, de esta manera el "otro" recobra su propio valor y me hace compañía. Yo observo. Ellos son los detonadores de las idea y recuerdos que sobrevienen, también de mis ilusiones y de mis nostalgias. Los niños, ellos mueven mi imaginación más jugosa, ellos son agudos, como un río que fluye sorteando lo que encuentra en el camino. Con una manchita sobre la pared pueden crear el mismo universo y entregarse el fluir del tiempo, a ese entretenimiento sin condición alguna. Allí reside la pasta con la que se moldea la sabiduría: transcurrir la acción por la acción misma, sin el vicio del intelecto, sin la condición, sin la esperanza, sin pretender redención o gloria."
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